lunes, 31 de agosto de 2015

La hija de Morfeo



Érase una vez una jóven cuyo aspecto semejaba el de los 11 años de edad, pero cuya edad verdadera resbalaba en la memoria de los hombres más sabios del mundo.
Se trata de Sonia Dora, la hija de Morfeo, el Dios del sueño.
Cuentan que una vez, estando Morfeo ayudando a los mortales a soñar, se quedó prendido de una señorita, cuyo rostro mientras soñaba, reflejaba la más dulce dicha y la más profunda paz al mismo tiempo.
Morfeo, se metió en su sueño, y sin sorprenderse lo más mínimo, aquella jóven, estaba soñando con él, en el paisaje más hermoso que imaginar se pueda.
Gisella, de cabellos negros, tenía la mirada azul... y estaba metida hasta la cintura en una poza de agua caliente en medio de las montañas. Morfeo, lejos de asustarla, pareció divertirla bastante. Las nubes corrían a poca distancia, como un río despeñándose por la quebrada y desembocando en un mar algodonoso detenido en postales infinitas.
Morfeo la sonrió y enarcó una ceja, como interrogándola sobre sus pensamientos.
Ella, se limitó a mirar las cimas de las montañas que destacándose sobre el mar de nubes como islas nevadas se recortaban sobre el crepúsculo.Y después, sonriendo, se sumergió muy despacio y buceó reapareciendo muy poco a poco, frente a él.

Aquella noche, Morfeo, tuvo el mejor sueño de su vida... y se olvidó de que los mortales no podían dormir.
9 meses después, nació Sonia Dora, en Quatre Lòcs, Catalunya, en el Valle de Arán.
Nadie sabía quién era el padre... excepto Gisella, ella sabía mejor que nadie que los brazos de Morfeo, no solo hacían dormir.
Lo sabía, porque a menudo había vuelto a soñar con su misterioso amante, y mantenido conversaciones interesantísimas de las cuales al principio, apenas era capaz de recordar jirones sueltos, que la instruyeron sin embargo en el arte de soñar.

-Gisella, nunca te despiertes de repente, si quieres acordarte de tus sueños
-Si sueñas con símbolos y cosas poéticas, presta atención, tu alma te está hablando o preparando para algo que sucederá.
-Las personas a veces no valoran lo que viven, pero siempre se merecen lo que sueñan
-Gisella, los sueños son tan importantes como la vida real
-En tus sueños puedes conocer a personas que nunca te encontrarás al otro lado del espejo y lugares que no existen al otro lado del río.
-Gisella, vas a tener a la hija de Morfeo.

El Dios del sueño, fue juzgado en el Olimpo por embarazar a una mortal.
-Como bien sabes, hay una ley que impide a los dioses procrear con los seres humanos, Morfeo...
-Esa política ha ido cambiando según las circunstancias, querido Zeus, o ya no te acuerdas de Aix, Talasa, Afrodita, Orión...
-¡Basta! tronó Zeus. Es a ti a quien estamos juzgando. La noche que conociste a Gisella ¡millones de personas pasaron la noche en blanco! ¿no es acaso algo egoísta por tu parte, Morfeo?
-Zeus... ¿quién eres tú para juzgarme?
-¡Soy el Dios de los dioses! hace milenios que no concebimos semidioses, ya sabes que siempre genera revoluciones y quebraderos de cabeza... no hay que interferir en los asuntos de los humanos, es muy peligroso. Te condeno a pintar piedras preciosas en el Hades durante 100 años, mientras, tu hija Sonia Dora,  llevará el sueño a los mortales en tu lugar.
Entonces Hera, la vengativa esposa de Zeus, añadió a la sentencia...y Sonia jamás conocerá el amor de un hombre o de un Dios, para que no vuelvan a suceder semejantes desmanes... se quedará estancada en su crecimiento a los 11 años. Semejando esa edad por siempre, siempre, siempre.
¡No! gritó Morfeo, y de su mirada surgieron torrentes de luz oscura que llenaron de tinieblas el palacio de los dioses... sin embargo, dos titanes le llevaron hasta el Hades,y allí fue encadenado y forzado a transformar por 100 años las piedras vulgares en gemas preciosas y semipreciosas de toda clase.

Sonia Dora, ejerció sus funciones a partir de los 11 años y ajena a los problemas de su padre, cada vez que se echaba a dormir recorría todo el mundo, tocando la frente a los mortales que no podían dormir con un dedo o con un beso...
El tiempo se dilataba o encogía a su antojo y podía volar por todos los lugares del cielo o de la tierra, viendo un punto de resplandor dorado allá donde tenía que dirigirse a cumplir su función.
Hubo muchas veces que Sonia Dora se quedó velando el sueño inquieto de un mortal en apuros, introduciéndose en su sueño de mil maneras distintas, asumiendo formas tranquilizadoras desde donde poder aconsejar a sus pacientes.
Cuando amanecía, Sonia volvía a los brazos de Gisella, en Quatre Lòcs, y le contaba a su madre los sueños de la gente.
- Hoy visité a un campesino que soñaba que sus calabazas le perseguían pidiéndole agua, ¡Dios mío! ¡parecían salidas del día de difuntos y se movían! También visité el sueño de un poeta que viajaba en globo por los lugares más recónditos del mundo retratando con sus versos los lugares más hermosos del planeta. Cuando se quedaba sin hidrógeno buscaba un lago o un mar y allí, a la orilla, pedaleaba  en una bicicleta estática que producía electricidad y convertía el agua en hidrógeno y oxígeno, recargando su globo.

Gisella se reía y comentaba los sueños divertida... tu padre está orgulloso de ti, Sonia Dora. Lo estás ayudando mucho. Yo envejezco y me temo que no volveré a ver a tu padre, pero tú... siempre serás una niña. Ya tienes veinte años y sigues igual que hace 10. Menos mal que en esta aldea, nadie se preocupa de esas cosas demasiado... los pastores creen que tienes la enfermedad del niño, que te impide crecer... solo el hijo del alcalde se preocupa por tu edad... ¡pobre muchacho! siempre habéis jugado juntos, pero... ya tiene 20 años y parece que quiere ir a trabajar a la ciudad.
Es una pena, con lo que quiero yo a Marco... encantada me iría con él. pero bien sé que estoy condenada a hacer el trabajo de papá sin crecer durante 100 años. Quizá algún día me vaya a Tuc d´Aubás de ermitaña, ya que si sueño durante más tiempo, dejan de aparecer los puntos dorados y puedo viajar más allá de la tierra, hasta Nerú o Hallen, donde la gente está mucho más avanzada que nosotros.
No hace falta que te vayas de ermitaña, aquí estamos tú y yo solas en esta casa de piedra, apenas llegan vecinos a coger la leche y el queso... y si necesitas dormir más tiempo, yo te cuido encantada.
¡Gracias mami, te quiero muchísimo! Dijo Sonia Dora dándole un beso a su sonriente madre.

Sonia estuvo durmiendo cerca de una semana. Cuando volvió a este mundo, sus ojos habían cambiado.
Había conocido a un hombre de Nerú al que no le importaba su aspecto de niña, y habían volado juntos por su planeta, visitando los lugares más hermosos de allí.
Gisella se preocupó mucho por su hijita. Era su primer amor.
Cada vez, Sonia dormía más, Gisella tenía que hacer el queso sola en la mayor parte de las ocasiones, y aunque no le importaba, el siempre plácido sueño de su hija, parecía a veces, volverse más pesado.
Comenzaba a respirar más fuerte, sudaba y se mordía los labios.
Gisella, se llevaba las manos a la cabeza y se iba, sin atreverse a despertar a su hija.
¡cómo le hubiera gustado darle a su hija una infancia normal! y sin embargo, los días eran casi iguales en aquella remota aldea del Valle de Arán... es normal, pensaba Gisella, que mi hija duerma cada día más.
Tiene una vida más interesante al otro lado del sueño.
Entonces, Gisella, tuvo una idea... viajarían juntas por el mundo, dejarían todo e irían a conocer el planeta tierra de verdad, a pie, bicicleta, coche o autobús, en avión o en barco.
Cuando Sonia despertó, le pareció genial.
Fue así que comenzaron a viajar madre e hija por el mundo, ayudando a las personas que les daban hospitalidad a realizar sus sueños más importantes, porque a veces, las personas no se acuerdan de lo que sueñan, pero Sonia, se acordaba siempre de lo que soñaba la gente. Y les explicaba el significado más profundo de la voz de su alma, que nos habla como un creador, proyectando nuestros sueños.
Fue así como madre e hija recorrieron los 5 continentes, hasta que Gisella murió, viendo una puesta de sol en la playa... el día que Sonia, conoció a su padre... ¡tanta tristeza y dicha a la vez! aquel día, en Guatemala, Sonia Dora se hizo completamente humana, y sangró, por primera vez.






6 comentarios:

  1. Precioso cuento. Dicen que los sueños nos escogen

    ResponderEliminar
  2. Hermoso! Me encantan tus cuentos. En este último se puede ver como vas creciendo en amor y sabiduría. Gracias!
    Este verano conocí a un niño de once años llamado Arán como el valle. Varias interesantes conexiones. Quizá nos encontremos en los sueños... ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguro que si, nos vemos por las noches. Amigo Carlos, qué lindo nombre para un niño, no? Arán... es curioso que las historias nos constelen así... también conocemos a una SoniaDora... jajaja si... un fuerte abrazo

      Eliminar
  3. Hermoso! Me encantan tus cuentos. En este último se puede ver como vas creciendo en amor y sabiduría. Gracias!
    Este verano conocí a un niño de once años llamado Arán como el valle. Varias interesantes conexiones. Quizá nos encontremos en los sueños... ;)

    ResponderEliminar
  4. Hermoso! Me encantan tus cuentos. En este último se puede ver como vas creciendo en amor y sabiduría. Gracias!
    Este verano conocí a un niño de once años llamado Arán como el valle. Varias interesantes conexiones. Quizá nos encontremos en los sueños... ;)

    ResponderEliminar
  5. interesante y sugerente... los sueños nos escogen, será la ley de atracción? atraemos lo que somos... y lo contrario !

    ResponderEliminar