viernes, 27 de diciembre de 2019

Poesía filosófica sobre la felicidad


Pincha aquí para escuchar 
La felicidad, recitado 
Con banda sonora de los nocturnos de Chopin


La felicidad

Oh Todo:

no es un lago tan quieto que se miren las estrellas al sonrojarse las montañas
ni dos cuerpos habitados por el magma cuya lava origina nuevas islas
la felicidad
se mira en un espejo cotidiano
y ve el milagro extraordinario 
de estar viviendo
en un mundo cercado por el caos

la felicidad es un suspiro 
al penetrar la piel de plata de las olas
regadas por la luna

o al sentir profundamente la vida
galopando por las venas de tu propio ser

trascender el yo
elevarlo a la enésima potencia
charlando con las plantas

La felicidad es el supremo ser
en el no ser de las exigencias urbanas
La naturaleza es lo que queda
a pesar del milagro de las máquinas
la felicidad es lo que queda
a pesar del milagro de las máquinas

La felicidad es salirse de las órbitas
del trabajo, los hijos y la casa
es salirse de las casillas de los juegos serios
carcajearse de la importancia de nuestros problemas
y aletear una sonrisa interior
por los paisajes de la infancia

la felicidad es la feliz edad del Amor
a cualquier hora 
del alma humana

27-12-2019

Luis Carmona Horta

lunes, 16 de diciembre de 2019

Poeta poema


Llega. La poesía vendiendo calcetines
para alimentar a su familia
con sus ojos de Anunaki
revelando mis ojos cansados de leer sobre el papel
Una discípula de Becquer, mujer, amante de mujer
y padre también
llega. Con la prisa ambulante
que bien sé reconocer
llega con una foto de su esposa
con su libro en tela de araña
con su premio brillando por los ojos
y con hambre de Alejandría
Sola, rara avis
en un pueblo desvelado
por cosechar el dinero sembrado
en estériles bancales

bendiciones, poeta ambulante
tu sitio en el mundo
está tan cuesta arriba
los poetas no se sientan a la derecha del padre
sino que se sienten
como la tierra madre. 

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Carne de otoño

Oh Todo:
Una relación de hoja caduca
Con viento y lluvia, se desnuda
Sus ramas, no se tocan
Danzan invisibles, el uno para el otro

En otro tiempo, fueron música
El crepitar de las hojas
Con el viento del sol

Ahora, solo el silencio
buscan estos árboles
en sus raíces, la llave que penetra
gruesas cortezas

Mi corazón sobre la tabla de madera
donde se cortan los sueños
una parte de mí
desea soltar todas las hojas
y dormir este invierno
un sueño de verano
que abraza la tierra
en los confines del viento

El manantial salobre que derrama
su oleaje en la pregunta
cuál de los dos caerá, o se alzará en llamas

Pero el silencio le responde
volverán alegres las ramas
a ofrecer tras el invierno
amables flores
sabrosos frutos
caducos brotes

viernes, 29 de noviembre de 2019

Buen karma

Mi árbol de navidad
no tiene maceta
y estoy en deuda con él
sus bayas rojas me alimentan

Tampoco mi nacimiento
tiene portal en Belén
la luna oscura es mi señora
en una vía de estrellas
carentes de lactosa

Chía cacao y algarroba
lechugas en mi desván lloran
esperando la Tierra que iba a robar
hasta que un señor mayor
me cedió su finca
sin pedir nada
¡milagro!

chía estevia y manzana
escuchas tu música
mirando por la ventana
nos roímos las máscaras
hasta desmenuzarlas
y ya no quedan más ángeles
que atarse a las espaldas

chía y trigo sarraceno
no tengo plástico para envolver los gritos
que fabrica casi, gratis
Cualquier Calcuta

cosecho valores
que aunque estén a la baja
son el origen de tiempos mejores

cuchichea el periódico
conferencias anacrónicas
que hago cucurucho
y encuaderno entre cartones
economías circulares

te quiero si,
pero no quiero nada
de santas de mentira
ni de magos impostores

los reyes de corazones
salvan vidas en un mundo
cuya riqueza es el karma
de las buenas acciones


jueves, 21 de noviembre de 2019

origen negro




Tú, más allá de la superficie, pasajera del mundo.

Tú, oh noche. Llena de seres fluorescentes 

tapados por la mala pata miope, que solo mira hacia fuera.

Tú, que estás en guerra con la mentira

Y eres mi verdad nunca dicha

Te siento en la soledad absoluta

Y no te puedo pronunciar

Sin herir esta metástasis egoísta

que huye de la sombra

como las moscas

antes de arder



Las estrellas se iluminan solas

Se inmola el amor

Desde su verdad interna

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Visión esmeralda

Solo la vida siente esta estampida de experiencias
La peripecia de alcanzar el uno
Y seguir siendo singular
Ansiamos la comunidad
Y la corrupción nos pisa los talones

Buscamos un lugar para darnos cuenta de que lo que importa son las personas
Queremos realizarnos sin reparar en el ahora
Y así vamos, a pedacitos cancerosos
A no ser que perdamos la cuenta
De las veces que paramos a percibirnos
En los ojos y las hojas
En las nubes y las ruedas
En las estrellas
En las cucarachas

Siénteme humano
Yo, lo siento
Veo cerdos conduciendo
Camiones llenos de humanos
Hombres sobre las sartenes
De los corderos

Artesanos y artistas
Sorteando la miseria
Vestidos de travestis
Y de camareros

Esclavos
Es manido decirlo
Se tatúan las alas
Que se intuyen en la cama

Ya no hay tiempo para el microondas
a fuego lento lamemos los orgasmos culinarios
Y se canta por alegrías
Las monedas
No se van por peteneras
Ruedan por la conciencia
Hasta el cayuco

Los cuenta cuentos
Abandonaron el parlamento
se iluminaron bajo el árbol

Me pone contento esta tristeza
Qué me perla la cara
En la visión esmeralda


domingo, 29 de septiembre de 2019

Los últimos fusilados del franquismo


Los últimos fusilados
Escrito en el 44 aniversario de la muerte de los últimos fusilados del franquismo



En mi pueblo, tres fusilados
Baena, García Sanz, Sánchez Bravo
Masacrados sin pruebas tras retorcerles los nervios
Arrebatarles las muelas
martirizarlos

Baena estudió filosofía, física Sánchez Bravo
Y García Sanz vestía el mono azul de los esclavos
Mientras, Txiki y Otaegui eran acribillados en un muro de Burgos

y en un bosque de Barcelona
Decretó Humberto Baena
“Que mi muerte sea la última que dicte un tribunal militar”

Y al día siguiente, sin venda
para darle ojos a la ciega muerte
E introducirse incandescente en el corazón plomizo
de los guardias civiles voluntarios
Que le encañonaban temblando tras sus mirillas 

Humberto desenfundó los iris al cielo
Y los guardias, recordaron sin quererlo
Que por enésima vez
Estaban matando a Cristo


Murieron en mi pueblo
El pueblo del que me exilié
Con marcas de palos en la cara y los brazos
Y al que volví con voz de trueno

espíritu de rayo
El cuerpo amontañado

Alto como las cigüeñas en su campanario
Y lo vi crecer y llorar

Hoyo de Manzanares

Con las lluvias y los años
Dando a luz a los poetas
Que les deben tantos cantos
A los últimos crucificados
Como piedras tiene el monte

Porque terminaron con el franquismo
Sonriendo a la libertad
abrazados a la muerte
                           
                                                                       27-09-2019




jueves, 19 de septiembre de 2019

Rosas de Francia. Uvas de la ira.

Escucha el poema pinchando aquí




Nunca sin luz azul

verdes contraventanas

Corazones dulces, racimos ovíparos

sueños de la lluvia


Danza honrada con las plantas, monstruo de tractor

Collage en la guitarra

Rizado paria


La bella Francia asoma su espinazo en las montañas

y se hunden en la marisma

Las raíces que se arrancan


Se cuece en la marmita el ratatuille

se brinda entre los crêpes

ordeñando las nubes


Trinchera y guillotina

sangre en los guantes

uvas de la ira


No baila ronca

Francia

ni tiene el duende del mediodía

se recuesta entre las rosas

un planeta que se pincha

y se unta con hígado de pato


Un rugido, estudiante y comunero

escucha sus canosos ecos

aquel día... cortó las venas

del capitalismo homicida

Hoy, entre las rosas

nadie se queja


abajo

luz morena

se las pintan con sus espinas


Luis Carmona Horta


18/09/2019

viernes, 6 de septiembre de 2019

vendimiando en Francia




Poema de la vendimia


Bálsamo de humildad
Ante el padre sol
Morenos de amor
SonRojos que queman
A pesar de la continua hidratación

Canastero con sombrero
Siempre en la parra
Hay que estar al quite
Para no cortarse
si no tienen los cortes tus guantes
Tal vez los tendrán tus dedos

Canastero con tijeras
Salpica. Suda la camiseta
Canastero haciéndolo a pelo
Vestido de tatuajes

Bailas con tus tijeras
Al ritmo del flamenco o del trance
Yo a lo mío.
Escuchando la poesía del instante
Atento a esas uvas!
Me dicen
Y no hay sino doblarse
Ante esta sufrida madre
Destripada a terrones para verdearse
Y amamantarnos
Con su sangre



miércoles, 28 de agosto de 2019

Monedas, magia y sincronía



Cosiendo el cielo



Por el Camino de Peña Sacra, con la Pedriza al fondo. Foto: Marga Estebaranz






Aquel día fuimos a tocar a las fiestas de Colmenar Kerouac y yo.
Le llamábamos Kerouac porque se había dedicado a viajar a la aventura por EEUU y había vuelto de cosechar María con un sombrero de ala ancha y un abrigo hasta los tobillos tipo Wild West.
A mí, pasear por las terrazas cargados de instrumentos, midiendo la afluencia de público, el nivel de ruido y de embriaguez de los parroquianos me recordó a mis tiempos de mochilero indiano cuando andaba recitando y cantando mis poemas con un grupo llamado Los Pachamánicos.

Ese periodo terminó con la muerte de mi abuela a 10.000 kms de distancia. Era mi cumpleaños y como cae en el día de la paz, asistimos a una ceremonia.

Esa noche, sentí encarnarme en el amor por primera vez desde que estuve por última vez con mi ex mujer. Y justo después, cuando rebosaba de felicidad, me dijeron por teléfono que la abuela se estaba muriendo. Ese día, con mis acuosos ojos cerrados. Comprendí que para el amor no hay distancias y la vi feliz, irse sin el peso de su cuerpo. Gracias a ella, comenzó una nueva etapa. El alquiler de su antigua casa me permitió vivir sin volver a pasar la gorra por las terrazas.

Y sin embargo, ahí estaba otra vez, con Kerouac, por amor al arte.
Mientras paseábamos silenciosos hasta el centro del pueblo recordé el último viaje que hice con él.

Íbamos en mi coche, el Halcón Milenario Belén, una hippie recién llegada de la india, con su sitar, Albert, un terapeuta musical, con un cuenco de cuarzo que pesaba 20 kilos y con Keruac y su fiel guitarra. Yo viajaba con un didgeridoo casi tan alto como yo. Parecido al que llevaba colgado del hombro ahora.

En aquel entonces parábamos a tocar por todos los pueblitos turísticos de Francia y de Italia camino al rainbow. (una gran reunión de místicos y artistas nómadas, en Tramonti di Sopra, Alpes de Italia.)

Dos años después de lo de mi abuela, era otro día de la Paz, llegamos a un pueblo en la frontera con Italia con ganas de tocar y comernos una buena pizza. Pero primero, hicimos un ritual, en lo alto de una montaña coronada con las ruinas de una antigua fortaleza. Nos cogimos de las manos y cantamos el Om. (iiiaaoooouuumm)
Los cuencos nos hacían levitar mientras cantábamos con la intención de que la Paz y el Amor reinase entre los terrícolas.



Después nos fuimos a cenar, pero ya era demasiado tarde. Todo había cerrado excepto un lugar donde nos trataron con muy buena onda, pero donde no había gente para poder tocar, seguimos buscando local para tocar y... la avaricia rompió el saco. Pasamos hambre.


Menos mal que un madrugador panadero nos vendió un poco de pan recién hecho.
Teníamos aún alguna verdurita y con lo que teníamos nos alcanzó para un bocata.

Aquella noche Keruac durmió en el coche y nosotros, en sendas tiendas de campaña.

Todavía, Belén y yo no estábamos juntos, pero si nuestros instrumentos.



Volviendo al presente, Kerouac y yo llegamos al centro de Colmenar, y el olorcito de los churros me sacó de mis recuerdos.
En la plaza del pueblo estaban armando un escenario para la noche, y en la otra zona del pueblo, la fiesta de sangre de los taurinos, combinado con el efecto salchicha, mini de cerveza. Mantenía a nuestros público potencial con la mirada bovina y poco abierta a los estímulos musicales de alta frecuencia.


Finalmente, llegamos a una arcada medieval, donde había bastante trasiego de personas y decidimos tocar.

Lamentablemente, los churreros, que estaban al lado, se quejaron y se metieron con mi voz, diciendo que iba a hacer llover.

Yo por fuera, como si nada, les dije que el Sol sale para todos, y que todos tenemos dereho a trabajar.

Y poco a poco, las canciones del rainbow nos infundaron su energía, nos lo pasábamos bien. Tras la primera canción, se detuvo una linda niña y se puso a bailar. Con sus orgullosos y sonrientes papás detrás, disfrutando del espectáculo.

Solo por eso, ya había merecido la pena, pasear cargados de instrumentos y de recuerdos, preguntando por las terrazas.

Volvimos con nuestro pequeño botín y poco dispuestos a despilfarrar nuestra energía, aceptamos el convite de Gema Voz de Ángel para ir a tocar a Manzanares el Real con unos amigos suyos.

Lo que jamás había imaginado, es que acabaríamos haciendo una ceremonia pagana en Peña Sacra, el lugar de reunión de los antiguos druidas.

Las estrellas iluminaban nuestra pequeña reunión. Su nitidez abrumadora nos revelaba el tesoro de las gélidas montañas.

Los dos amigos de Gema desenvainaron sus instrumentos. Un Sitar hindú, como en aquella ocasión con Belén de camino al Rainbow, varios tambores chamánicos... ¡y otro didgeridoo!


Hicimos una rueda de medicina, cantando cada uno una canción. Y poco a poco como en una espiral que se remontase hacia dentro de nuestro corazón a la vez que hacia la Tierra y el Cielo, comenzamos a cantarle a la Madre Tierra, a los duendes de la medicina, a la Gran Conciencia...

Gema Voz de Ángel canalizaba sus cantos en un idioma desconocido incluso para ella misma y poco a poco la medicina de los niños santos comenzó a expresarse a través de nosotros.

Hubo momentos cumbre en el que todos estábamos tan enfrascados en las melodías, con los didgeridoos sonando afinados y al unísono. Momentos valle, de divertidas improvisaciones en familia y de nuevo, las canciones de poder, los cantos armónicos, los luminosos nombres de Dios cantados en salvaje compañía. Quetzal Coatl, Parvati, Hunab Kú, Adonai, Ganesh, Shiva, Krishna, Gaia, Pacha Mama...

Y las palabras transportadas por las águilas, los cóndores, los colibríes, los venados y los lobos a los que cantábamos.

Animales de poder para transportar nuestras mentes a las sagradas cuevas donde se asienta el alma.

Alas para transformarnos, por todas nuestras relaciones...

Y recordé, por qué cuando murió mi abuela, dejé de perseguir monedas y me dediqué al sagrado oficio con toda mi alma.

Cuando me acostaba sobre la fría piedra, debajo de aquella ermita, pensando que vivir la medicina de una vida intensa, bien merecía la alegría y la pena. Justo entonces, una estrella fugaz rasgó la cremallera del cielo, despejando mis dudas. La vía de la medicina.

Luego, me levanté, aterido de frío. Dejé las mantas, me metí en el coche. Al día siguiente iría a pasear con mi padre. A hacer un bastón de poder con mi sobrina.

Y cosiendo el cielo que rasgan las estrellas. A hacer realidad el deseo de liberar al genio, y compartirlo, con mi familia.


26. 8. 2019 Serpiente rítmica roja

Luis Carmona Horta


sábado, 3 de agosto de 2019

Una soga en el cielo




De las nubes cuelga una soga
Para aquel que se atreva a coger el azul
Entre peñas y barrancos caminarás descalzo
Atento a la Tierra a cada paso
Hasta que alcances la cuerda

No bajarás el cielo por más que tires de ella
Pero sigue intentándolo
Si quieres alejarte de la vulgar existencia
De los hombres hormiga

Dirán que andas colgado
Cuando descanses boca abajo
Y las ideas y monedas lluevan
Sin intentar retenerlas

Llegarás al azul y lo verás todo
Sin entender nada
Si no te hacen llorar
Las heridas del infierno

Por eso, acuérdate de rodar
Empeñar tu alma en cada sueño
O serás un alma sin lágrimas
Y los hombres hormiga
Seguirán trabajando
De espaldas al cielo

miércoles, 31 de julio de 2019

Ojos de Jaguar

Zarpas en mi cabellera
postrado ante el altar
Donde se asoma una luna negra

Ojos de León
Refleja el sol su pelambrera
Postrado ante el altar
Donde sacrifico una mente presa

Y el templo me sumerge en el sueño
Donde las arañas revelan sus telas
Y en la luz que teje la costra
La tierra asfaltada se hunde y se inflama

Se esconden tras las esquinas
Tapando estrellas, besando botellas
Pero la verdad prevalece
Eterna y cristalina

En los ojos del Jaguar
La muerte se viste de vida
Y en los del león
El hombre está muerto
Si no resucita



miércoles, 24 de julio de 2019

Soliloquios de enano viejo


Marc Daviau

De ver el musgo gigantesco
Y los árboles de estrellas
pronunciándose en el aire

De ver los ríos verdes
Las ruedas de heno en las praderas
rodando por el cielo
De rolar tan solo sus veredas

Se me pusieron los ojos verdes
Y el cabello atardeciendo en clorofila
Se me tostaron las patrias y las pantorrillas
Y se ensanchó la comisura de mis labios
Al ondularse mis arrugas en las sienes del aire
Vi ardiendo los lagos
El marrón quedó debajo
El profundo negro de mi espacio, está escarchado
Y se diseminó en mil pedazos
Semillero de secretos revelados

Entre perfiles agrestes
Los maestros eternos
Insuflan sus ecos
Y solo queda la levedad
Tras enterrar los pájaros

Emplumándome el sombrero


¿Quién se disparará hacia el mandala de nuevo?
¿Quién se embriagará del amargo recordar
-Para olvidarse, uno al fin-
de que crezco a medida de que me hago viejo?

jueves, 18 de julio de 2019

Poesía sin papeles

A medida que pedaleo voy dándole vueltas a mi mundo
Y mientras observo los meandros y los árboles donde se embosca el silencio
Siento que me voy desvaneciendo, como un holograma sin pilas
Sin embargo, estoy más vivo que nunca, agarrando la Tierra por los cuernos
Miro cuando puedo, el majestuoso cielo. Ajeno a todo
Hasta que lluevo y se me empapan los campos y los dedos
Y experimento la solidaridad de los sufridores
Y en su caja de sombras se almacenan las motosierras, los morteros de cemento y los permisos de residencia
Abro un cajón y me veo acampando al borde de un torrente turbulento
Y ambos tenemos recovecos llenos de palabras con distintos acentos
Y la llave de las almohadas insomnes, tapizadas de lustrosas cabelleras
Será por eso que le abre su casa
El eterno sin papeles
Al corazón de los poetas
























jueves, 4 de julio de 2019

Escribir hasta volcar el alma



Mi Séptimo trozo
Oh Todo: I
El corazón de la montaña, me da la confianza para dejarte, este día soleado y triste como un páramo
algo más que un témpano en el pecho.
Hemos madrugado para no quemarnos mientras pedaleábamos y hemos luchado, para no meternos prisa, para desayunar el prana y meter la carpa con los dedos congelados por el rocío que adorna las briznas y las telarañas.
Hemos bebido el zumo de naranja del sol y hemos pasado hambre juntos, hemos pedido agua, nos han regalado tomates y manzanas y hemos juntado los tambores y las cuerdas, hasta quedarnos roncos.
Tu cuerpo, tantas veces admirado se secó a mi lado.
Tantas veces te tumbaste con el sol a mi vera
y yo mientras me sentía tan dichoso...
Queja tras queja me he subido a los árboles de la desesperación,
he saltado sobre las manzanas, me he tirado desnudo 
sobre el jardín amable y nos hemos sentenciado a comprendernos,
compañeros de un camino irremediablemente inolvidable.


Y no obstante, aquí estamos. Como dos icebergs a la deriva,
decididos a fundirse... una con la enorme placa de hielo 
de donde viene, y el otro, con el monstruoso mar. 

Recoges conchas en la orilla y tu rebozo esconde tu poder. Maraca de caracolas que tejes, hilandera de mis horas para bailar con las lobas, caprichoso destino de la cueva sola. Sin lobeznos que sostener.
Mientras rezo con mi tabaco te observo escribiendo sobre la luna negra, que nos bendice con las cicatrices profundas de las palabras y de los dedos. ¿Cuándo dejaron de acariciar y comenzaron a señalar? He de reconocerlo, he sido adicto a la violencia y al sexo y no le echo la culpa a nadie.
Son muchas vidas ya, y casi no recuerdo quién soy ahora.


Yo le ahúyo a la luna en silencio, que me estoy cazando por dentro,
y las ardillas saltan de árbol en árbol, alentándome 
a pasar este relente al raso. Solo con mi tabaco. 
Cómo creer en el Amor si los duendes me sacan los anillos,
si amo la belleza sobre todas las cosas y a veces me gustaría
repartir mis semillas por todos los campos hermosos,
que aparecen por doquier.
Me amarro a un árbol para poder sostener la visión durante un año,
ya no basta con unir los hemisferios del mundo,
mi cuerpo está calloso, y mi mente, necesita de la niebla 
y de las flores de Mayo. 
  
Tal vez algún día, tendremos un invernadero que no sea nuestra 
Madre Tierra, tendremos gallinas que no sean nuestros compañeros 
de lucha, hortalizas que no sean nuestra familia adoptiva. 

Disculpa este témpano, este águila solitaria que da vueltas
sobre sí misma, a ver si se caza. 

Sin embargo, compañera, tu profundidad es el mar en que naufraga
mi mente. He encontrado la paciencia en la yema de mis dedos, 
lo más hermoso de mí mismo en el brillo de tus ojos, 
después de apagarse las llamas de la ira. 
No me detestes por ser diferente.
Por decirle al sistema que no cuente conmigo y por decirte que no,
a veces. Bien sabes que somos espejos.
Porque necesito ser humilde contigo, compañera,
tú no eres ni luna ni loba, sino una humana que incuba a su diosa 
y la venera. 

Yo soy un niño y no tengo más oficio que las letras 
que nombran la belleza, leo mis libros en la hoguera 
y saco tinta de la lluvia y de los ríos.
No puedo vivir conmigo si no voy hasta donde he muerto.
Mar adentro, con un barco que recuerdo irse a pique 
con todos mis compañeros. 
No puedo sino saltar más alto, pero no por el mismo sitio.
Me rompí la espalda para ser testigo del milagro y ahora 
el milagro es volar contigo. 
Pero no me peses, compañera, la mente contra el cuerpo 
es un invierno en Siberia. 

Tal vez ha llegado el momento de despedirse y de desear 
que tus labios se llenen de besos. Cambiar de compañera en este baile.
Ya fue el tiempo de nuestros padres, tan admirados. 
Deseo que seamos capaces de encerrarnos 3 días seguidos
a sentir como la respiración entra y sale por nuestras aletas nasales.
Y seguir otros siete sintiendo nuestro cuerpo entero, sin moverse.
Hoy por hoy, mordemos la guayaba del Amor y cuando se acaba,
hay otra en la siguiente rama. 
Profundamente inconfesable siento que siempre es la misma diosa,
la que en diferente carne se me ofrece, como yo me ofrezco 
en personajes diversos, con o sin barba con o sin canas. 
Con números o letras. 

No confío del todo en ello, tan solo tengo por segura a la naturaleza,
la verdad del río, del Rebeco, de la montaña...
Rezo al ver las águilas que seamos lo suficientemente inteligentes
como para hacer rodar ruedas llenas de imanes, 
cubramos nuestras espaldas de placas solares y dejemos de emporrarnos
con los tubos de escape. 
Deseo tanto que no se extinga nuestra especie...
Hacerlo bien en honor a Shakespeare, a Orwell, a Ghandi... 
Que nos subamos a las montañas para elevar nuestros rezos.
Que agradezcamos por la vida a nuestros ancestros, 
que nos acordemos siempre de esto, que veamos a nuestros padres. 
Finalmente encontraste mi cuerpo varado en la playa.
Un camino de olas lo habían mecido con suavidad
y teñido su palidez mortal con gélida envoltura.
Y que cuando nosotros lo seamos, si lo somos,
porque la Tierra nos grita que no tiene el horno para bollos,
seamos capaces de educarnos con ellos, en el arte de arraigar el alma,
como quien riega con su cariño, una planta.

Tal vez te vayas a la playa, tal vez te encuentres en la arena, 
el alma pulverizada, y la recojas con cariño 
en una bolsa de tela morada. 

Yo soy un viaje lleno de contradicciones, el río contaminado 
que tras una ciudad, llega al bosque y avergonzado de sí mismo, 


se quiere limpiar
Ya siento cerca la brisa del Mar, y sé que estás ahí, 
hablando por tu caracola, y es posible, que desemboquemos 
juntos en estas paredes de agua y de sal.
El Sol me quema por dentro, me vuelvo transparente 
para que pueda brillar. 
Tú que encarnas el alma del mundo déjate sonar...


II

Ya fue el marino, que se amarraba a la mayor al oír cantos de sirena
Ya fue el marinero cuyo catalejo oteaba el horizonte buscando 
la tierra que lavase su sal.
Fondeado mi cuerpo en tu bahía, poco a poco mi alma, 
resurgió de sus cenizas.
 
Hube de labrar mi nombre, acariciando la tierra
Besas mi frente y me vacías, con una ventosa que tira
de mi mente hasta la bandada de mariposas morpho,
que nos hacen fotos cada vez que cierran las alas.
Hube de soñar laberínticas pasiones al borde de la tristeza Y al fin, tumbado, reuniste mis pedazos y los juntaste,
con gotitas de lágrima

Riachuelitos cristalinos que hidrataron una víscera resquebrajada 
Blindada para no sentir 
Pero que sentía, que tenía que volver a hacer fluír 
la misma sangre, por dos cuerpos separada. 
Unida por el alma

Línea a línea voy leyendo ese nombre, oculto tras los árboles. 
Descolgando sus letras, aparecen sus pies entre la hojarasca,
un pie azul, donde la soga lo ahorcó, el otro, inmaculado. 
La luz se desliza por el cielo - le dice el viento al fresno-
y poco a poco, retira la manta ocre que le tapaba.
El tuerto nos mira, sonriendo. 
Con el ojo que no mira mi cuerpo el Universo se arroja hacia dentro.
Está empezando a reír. Dice mirando el cielo.
 
 
Antes de que se desate la tormenta ambarina de la risa, 
has de vaciar tu alma. Mientras me acaricias desperezo mi cuerpo
y poco a poco siento la vida golpeándome por dentro. 
Tus ojos, agujero negro donde me tiras más allá del horizonte
de sucesos hasta la redonda tierra. Hasta el iris donde sueñas
verde y castaña. 
Desobedecí prendiendo el incienso magrebí,
toqué las flores de trompeta, invoqué a los duendes de la amanita...
En el torrente de espuma me bañé con la que fue mi esposa,
la que se fue, arrancándome una daga, justo antes de que esa víscera
de tierra quemada y se nutriese contigo. Ondina profunda de mis venas. 
Me operas el corazón con tus palabras, me cauterizas las heridas
con tu lengua y las cierras labrándome tu historia con los dedos.
Recuerdo un concierto de grillos donde la selva lavaba su cuerpo,
cantaban los indios a los enfermos, y yo, sin saberlo, era un paciente.

Entonces, la abuela Justina dirigió su ícaro hacia mí, 
y me vi nacer en medio de cirujanos y matronas, 
que asistían a mi madre mientras cantaban los indios. 
Quise nacer, y crecí emplumando la noche con los ensalmos 
que me enseñaron.
Los niños cuya boina de beyota heredada les impedía hacer otra cosa
que gritar y dar patadas, se la tuvieron que quitar 
entre sudores y mosquitos. Canté para perdonar los cardenales y golpes
que me distinguían.

La cruz dejó de ser muerte, comenzó a ser vida.
Y si nos arrancaban la sonrisa a golpe de libro 
y de horarios infinitos
seguíamos jugando, imaginando los mundos donde vivíamos. 
y cada vez que me veía en el eterno espejo, 
me constelaba como un túnel en la caída horizontal.
He de vaciar mi alma, se abrió el paracaídas de la poesía 
y pude volar con un ángel que me las soplaba.
Encontré mi tercer pedazo en el techo del mundo,
donde los rebaños de sílfides iban en mares de celestes olas
a destejerse hasta la cima. Pasé la noche con la luna
y el sol morado cantó por mi boca las runas en una danza ancestral.
Estoy tan solo, lloré, recordando la guitarra que me sostenía
por el pentagrama de la noche con mi tribu urbana. 
Y su sonrisa respondía, no lo estás. Poero tú eres una luz, le dije.
Y su sonrisa era tan triste. Pero sus alas me habían llevado 
hasta Aylla Walla. 

Entonces emergió de mi pasado el hombre pájaro. Me acompañó 
con sus flautas, y su abuela, la chamana de las montañas, 
las invocó. ¡Kaisaxu, Apus de Españamanta! 
Y benijo a los niños de la luz, cubriéndolos con su pureza. 
Y entonces ví, que brillando en una cueva estaba mi alma,
encerrada tras el alud de emociones 
que sentí al nacer enchufado a la mátrix. 
Soné mi caracola frente al mar para preguntarle dónde estaba.
¿Sería por ventura el último de mis pedazos?
Isis me llevó uno a uno, a juntar mis siete pedazos. 

III

El primero fue en Hoyo de Manantiales, a los pies de un olmo partido
por un rayo. Un segundo lo saqué de la garganta del diablo,
en las cataratas donde se acaba el mundo, Satán me pedía a gritos
sacrificar a un hombre que hablaba por su celular 
con sus zapatos grito de vaca encima de la diosa verde. 
Pero mis ojos captaron mi alma en un arcoiris redondo y
lo surqué con los vencejos. 
El cuarto, en el pirenáico Ivón de Bernatuara.
Su gelidez  me atravesó con sus agujas, 
y salí de un salto con el sol asomando en mis pupilas.
Arrancaste la garrapata de tu ombligo, cuando tiritando de frío, 
salí chorreando agua estelar. 

Pero allí bendijo mis ojos la montaña una vez más,
y el vuelo de las águilas sobre los hoteles sin ventanas
donde habitaba me dijo que el Dalai Lama está encerrado en templos
sucesivos. Pero su energía quema la resistencia, hackea los sistemas...
Y así seguí, en las alturas de Machipichu y en las cuevas de Nerja. Falta el último. ¿Es posible, invocarlo en diez minutos, vaciando mi alma? Cómo es posible que la noche ahuyase con nosotros junto al río
y bajo el sauce... ¿y que no le encontrase?
Busqué en el templo de los monos y en el lago cuya bruma silenciosa 
creimos que albergaba el Sol
pero tan solo te dió piedra de luna, un trozo de agua petrificada.
Me llamaste sombra, me dijiste hombre, me dijiste Yo. 
Yo ya no soy, te dije. Desaparecí en el paisaje.
Para cambiar kilos de fruta frente a mi granja por unos gramos 
de papel y de hierro. Para ir al colegio tras beberme un chai hervido
sobre boñigas de vaca y atravesar los terrones donde lo suda 
mi padre y mi abuelo.  Para ser las mujeres con velo,
que se ponen años en la espalda en la obra palada a palada...
para alimentar el insaciable cementerio. 

Hormigones y acero junto al río, y buda sonriendo, 
ácido en los pies de los niños del basuerero, 
y buda sonriendo, adolescentes ciegos tocando a Dios en chandal 
y Buda, con los ojos cerrados. Recorriendo su cuerpo. 

Y entonces pude verte, selva de mi cabeza, pude escucharte,
río de mis arterias, y cantaron las serpientes a los niños mocosos
del jersey verde, cuyo tesoro entero cabe en un milagro de sonrisa.
Si vacío mi alma, he de ir al himalaya donde los dedos tibetanos 
vuelven morados y se caen como las hojas. 

¿Y dónde está mi séptimo pedazo?
Recuerdo el anillo que te compré en Jaipur
La verdad que mi alma, no estuvo entera hasta que te la di
Luis Carmona Horta.







Luis Carmona Horta
Primavera 2019

viernes, 3 de mayo de 2019

Entrevista a una rata de Coppenhaguen


Entrevista a una rata
Extraída de una radio de Copenhaguen



ENTREVISTADOR.Buenos días, aquí estamos con Fengul, una rata adulta crecida en Dinamarca. Gracias por venir.
RATA FENGUL.Buenos días para todos los humanos que nos están escuchando, ojalá las ratas pusieramos también la radio, lamentablemente, no nos interesa.
E. ¿Ahá, y en qué os interesáis?
R.F. Verás, el aire que nosotros captamos está lleno de matices interesantes. Casi todas las veces que respiramos estamos aprendiendo algo nuevo, por ejemplo, esta mañana me puse a olisquear en las inmediaciones de una granja y supe inmediatamente el punto de maduración del heno, el número aproximado de vacas, el de cerdos y humanos que allí viven, y que hay uno al que le huele el aliento a queso y que ronca, aunque esto último lo capté  con mi oído, naturalmente.
E. Comprendo, y ustedes, las ratas, ¿se quejan de la vida que llevan o más bien, están contentas con ella?
R.F. A casi nadie le gusta ser una rata, normalmente venimos de existencias menos violentas, donde sufrimos menor rechazo. No te digo que ser un pato o una foca sea fácil y ni mucho menos un ser humano. Muchas de nosotras conocemos lo que es ser una de estas especies y no nos quejamos de más. Es solo que nosotras, las ratas, somos una especie marginada y perseguida. No solo por los gatos o las serpientes, que se alimentan de nosotras, como es natural... sino también por ustedes, los seres humanos, que con especial saña nos ponen trampas y nos aniquilan por diversos medios.
E. Es que muchos humanos piensan que ustedes transmiten enfermedades y se comen su comida...
R.F. Las enfermedades son especies ajenas a los humanos y a las ratas, ellas hacen su vida, se alimentan de ustedes y de nosotras. No tenemos culpa de enfermar.
Y la comida, muchas veces nos la dan envenenada. Vamos al huerto, a comer un poco de esto y de lo otro y puaj, sabe a químico que echa para atrás. ¿Quién se puede alimentar así de nada? Nosotras solo tomamos una pequeña parte, y principalmente nos alimentamos de su basura, lo que ustedes no quieren. Y ahí es donde empiezan nuestras enfermedades, lo bueno, es que la naturaleza nos ha dotado de una gran fortaleza y nadie se suele quejar.
E. Usted, antes de la entrevista me comentaba que la situación se ha vuelto especialmente crítica en las alcantarillas de Copenhaguen, ¿a qué se debe esto?
R.F. Bueno, nosotras llevamos una vida subterránea, nos encantan los túneles. Lo que pasa es que cuando llueve, todo se complica un poco ¿sabe? Nosotras somos grandes nadadoras, y no por gusto, sino por necesidad. Lo malo es que el agua hace lo mismo, y muchas veces nos vemos propulsadas hacia el mar.
El caso es que antes había muchas más zonas secas para nosotras, aquí en Dinamarca. Contábamos con parques, descampados e incluso plazas públicas que por la noche se llenaban de nosotras. Nos lo pasábamos en grande con los restos de sus pizzas, con sus bocadillos a medio comer y por supuesto, con sus galletas de mantequilla.
Pero desde que han comenzado a fumigarnos en plena noche, ya no podemos hacer nuestro servicio con seguridad, y hemos tenido que recurrir a las granjas de los alrededores de la ciudad.
E. Tal vez nuestros oyentes se estén preguntando cómo es posible que usted y yo nos estemos comunicando, ¿saben las ratas danés?
R.F. Por supuesto que no, es muy difícil incluso para ustedes, pero no nos hace falta saber danés o cualquier otro idioma humano. Nosotras captamos sus vibraciones más sutiles. Sabemos que ustedes suelen sentir miedo y asco hacia nosotras y la verdad, es que no nos lo explicamos. Con lo lindas que somos.
Cuando un humano nos habla, clarito como usted, nosotras entendemos perfectamente.
E. Bueno, el caso es que estamos usando la máquina del señor Backster, un polímetro basado en electrodos conectados a una máquina que capta las alteraciones en el campo magnético, en este caso, de Fengul, que pese no abrir la boca, responde a todo cuanto le preguntamos.
R.F. Si, así es, si me hubieran preguntado de hacer esta entrevista, tal vez hubiese accedido, pero a nosotras nunca nos preguntan antes de experimentar con nosotras. No obstante, gracias a la máquina de Backster podemos comunicarnos y eso es una novedad. Nunca nos habían preguntado nuestra opinión. Es hora de decir de que a nosotras los humanos, por lo general, no nos gustan. Nos asustan. Nos parecen tan ridículas sus madrigueras amontonadas unas sobre las otras y siempre corriendo en medio de nubes de humo y ruído. ¿Por qué no se relajan a olisquear el aire? ¡Si lo tienen todo!
E. Lo cierto es que hay de todo, cada vez hay más humanos volviendo al campo, huyendo de las verduras que apestan a químicos, del humo y del ruído, pero no es fácil, Fengul. Ha sido un placer entrevistarle, le deseo mucha suerte. ¿Dónde quiere que le dejemos?
R.F. No se preocupe, con que me abran las puertas hasta la calle me vale. A diferencia de ustedes, nosotras no pensamos a donde vamos. Simplemente vamos. Si quieren un consejo, ¡sigan más su olfato! Adiós.

2 de Mayo del 2019 BELTAINE, Madrid.
Luna resonante roja.

Luis Carmona Horta