sábado, 19 de septiembre de 2015

Lulo o la colmena de colores

Lulo (o la colmena de colores)

Lulo era un ejemplar de libélulus barbarus, una especie famosa

por el azul intenso de sus cuatro alas. 
Él regentaba un negocio desde hacía cuatro años, su especialidad era el polen y
se enorgullecía de vender el de mayor calidad, hecho a base de libar margaritas.
Sus mejores clientes eran las abejas de Colmena del Pino, una colonia famosa
por las danzas folklóricas que celebraban sus obreras, que lentamente fueron
perdiendo productividad y conciencia de clase en provecho del garbo e incluso
el duende que suscitaban algunas de ellas.

Lentamente fue aumentando el déficit en la colmena y la reina retrasó las

jubilaciones y subió los impuestos (aunque rechazó tocar el impuesto sobre
zánganos y celdillas inmuebles) 
La mayor parte de las abejas hicieron como las ovejas, ensalzar al pastor y
criticar a la negra, pero un par de avispadas obreras que a la sazón, eran
amantes de Lulo, urdieron un plan. 
Volaron hacia las amanitas de Fresno Fresco y conocedoras del alto poder
psicoactivo de sus esporas las recolectaron en gran cantidad y rogaron a Lulo que
adulterase el polen destinado a Colmena del Pino. 
Lulo aceptó encantado, nada le hacía más ilusión que imaginar la monarquía
ensetada pues en sus tiempos tuvo escarceos con el partido libélulo-guillotino.

Primero fueron las abejas encargadas de hacer la miel las que notaron que se

trataba de un polen distinto, su aroma denso y embriagador las hizo terminar el
trabajo cuanto antes para poder ponerse a danzar.
Pronto, todas las abejas cataron el suculento néctar de amanita, su miel era de
un dorado colorado y sus hermanas de pronto eran más bellas, peludas y
zumbonas.
Todas querían participar de las danzas folklóricas, pero pronto la reina, montó
en Cólera, su avispón de transporte y se unió a la fiesta. 

Poco después la reina tuvo una idea:

-¡Obreras! sujeten el panal espacial, que nos vamos zumbando.
Las abejas sabían lo que ello significaba, abandonaron sus danzas folklóricas y
se pusieron a acarrear el panal, por encima del pinar. 
Las abejas estaban entusiasmadas, pero lentamente dejaron sus puestos para
seguir libando y pronto, las pocas trabajadoras que quedaban exclamaron ¡BZZ!
BZZ! Y demás gritos semejantes muy adecuados para la ocasión. 
Sobre aviso, las abejas evacuaron el panal, que se sumió en un picado que no
tardó en encontrar el suelo. 
Afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas mortales entre las abejas, tan
sólo murió Cólera, que estaba atado a una celdilla y murió empachado de miel
psicotrópica. 
La reina, que no pudo montar su avispón de transporte se
enfadó muchísimo. ¡Traed a Lulo! ¡Ha cortado el polen con sustancias subversivas! 

Una nube de zánganos se precipitó sobre el campo de

margaritas, polinizando furiosos las flores que registraban. Pero cuando
avistaron a Lulo, este batía sus cuatro alas como alma que lleva el libablo. Le
persiguieron durante una semana zángana (que equivale a tres horas humanas)
pero cuando casi le tenían a punto de aguijón Lulo hizo un picado, penetrando
en la casa de su amigo Hermes, el hormigaón armado de potentes mandíbulas
ejercitadas a base de comer simientes triposas. 
Las hormigas, conocidas por sus alegres autosacrificios cuando la causa lo
requiere, le internó en un túnel en el que cultivaba hongos de interior y
taponó la entrada con su propio cuerpo, los zánganos se internaban de culo,
para amedrentar con sus aguijones, pero el hormigón armado constituía una pared
infranqueable. 


Poco después llegaron las abejas restantes y asediaron a

Lulo hasta que este accedió a negociar. 
Cuando le llevaron a comparecer ante la reina, Lulo, con un diestro movimiento
de patas, sacó un saquito lleno de esporas de amanita y lo sopló con fuerza
sobre la reina madre. 
La reina, le miró furiosa e iba a ordenar su ejecución inmediata cuando
estornudó y estornudó… Cada vez que se contraía su abdomen salía una larva y
todas las abejas bizbizeaban emocionadas… por fin, ordenó a sus obreras ponerse a bailar hasta nueva orden, los zánganos cobraban entrada y con lo recaudado aquella noche,
pudieron seguir comprando Polen a Lulo, que fue feliz y mantuvo el monopolio de polen a Colmena Danzona. 
Tras mucho vender se fue a la selva brasileira, donde conoció una libélula
llamada Líbera, con la cual tuvo una hija llamada Lula, que como nació en la
selva se apellidó Da Silva. Pronto se metió en el partido de los trabajadores y
gracias a su carisma, se hizo reina de la república. 
Para celebrarlo, Lulo le regaló un frasquito de miel colorada, de aroma
embriagador…

Luis Carmona Horta


30 de Junio del 2010

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