lunes, 25 de enero de 2021

Hasta siempre abuela

Todo es vibración debajo de la apariencia más o menos sólida de las cosas,
y a veces basta con vibrar en la fatiga, la ira o el miedo para contraer una enfermedad.
Lo bueno es que la enfermedad perece en el amor incondicional, en la gratitud, la meditación o el rezo.
Y tal vez pienses que me pongo esotérico, pero estaba exotérico, sin contarte lo de dentro.
Lo cierto, es que siento una opresión dentro del pecho. Me siento encerrado en una jaula de cemento rodeada de coches, esclavos y dueños.
Pero agradezco el contraste para valorar lo natural en esta cambiante y perfecta transmutación de lo más denso.
Salimos del reino de la noche... Tras esta luna llena.
Florecerán las sonrisas, ante la dicha de sentir en la piel al astro rey de nuevo.
Y cada vez, voy necesitando menos el aprendizaje a través del dolor y me importan menos mis pequeños tormentos.
Somos hijos del cielo.
A veces estoy nublado, a veces nievo. Pero siempre, en lo más profundo, millones de soles me iluminan por dentro.
y esto es así para todos los humanos y eso refuerza mi fé en el mundo que viene.
Las mácaras caen por su propio peso. La verdad nos hace libres, libres lo primero, de nuestro propio ego.
No hay juicio en esto, pero tampoco hay miedo.
Nuestro sistema inmune solo necesita que seamos libres y estemos contentos.
Gracias por ser quien eres, sin ti el puzzle del universo no está completo. Solo necesitamos ser auténticos. No necesitamos nada ni a nadie para hacerlo. Sólo podemos convivir con éxito si estamos completos.
Ahó mitakuye oyasin. Gracias abuel@s, por vuestro ejemplo.

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