jueves, 15 de octubre de 2015

Viaje por la selva




Viaje por la selva


Quillabamba, (la pampa de la luna) es un lugar bien hermoso, si bien, aquejado por una sequía agravada por el robo del agua para hacer piletas, como es el caso del balneario de 7 Tinajas. Lo bueno es que tiene muchos parquecitos y conocí a gente bien chévere, como Jaime Claverí, un profesor de instituto y voluntario solidario que me llevó en su moto a conocer Quillabamba y sus alrededores.
Tomé un bus hasta Ivochote, a las 2 de la mañana. Las cazadoras de clientes intentan llenar sus respectivas combis con todo tipo de tácticas, que van desde ofrecer descuentos hasta tirar de tu brazo y meterte a empujones en su oficina.
Conseguí dormir un poco, aunque de vez en cuando despertaba con mi cabeza golpeando la ventanilla, había más baches y curvas que en cualquier otra carretera que haya visto en mi vida, además el tipo conducía a toda leche escuchando reggeton con acantilados insondables a los lados de la carretera.  Increíble.
Llegué a Ivochote cargado de víveres para pasar de 3 a 5 días en un bote.
Lo primero, la interminable espera si es que hay sitio en el bote, estos son largos, con la proa levantada (si no, no pasan el pongo)  y una lona en la parte de atrás que te protege un poco de la lluvia y del sol.
Después, el cabotaje, ayudar a cargar el bote, para pagar menos pasaje… cuando fui a Amantaní cargué muchísimas gaseosas… esta vez me tocó cargar un montón de medicamentos. ¡Qué mierda! Era todo clorato de hierro contra la anemia. Otra técnica de desarraigar a las personas y alejarlas de sus curanderos. Seguro que la gaseosa les da anemia. Ya podían llevar lentejas o espinacas… ¡en fin!  Luego la carrera a ras del agua por turbulentos rápidos y desahogados remansos… observar las ciudades naturales, fortalezas inexpugnables, apreciar el agua verde, el verde frondoso, el verde soleado, verde fresco recién nacido, verde azul, verde viejo, verde anaranjado…
Rocas tubulares, estratificadas, rocas negras pulidas por el río, piedras solares… divisar de cuando en cuando alguna choza de techo de calamina, algún puente, algún cable y por fin… no ver basura por ninguna parte… solo agua y verdura salvaje. Entonces ver las calvas de la selva, ver a nuestra madre talada y quemada con heridas abiertas, que tardan en curarse.
Y romper las aguas como furiosos titanes doblegados por delfines suaves.
El capitán es silencioso y fuerte, habla con los ojos y ordena sin inmutarse, pero guarda miradas tiernas para su hija y la madre, levantamos el motor, viramos a estribor y se alzan montañas descomunales, mundo mítico para toda clase de animales salvajes. La pared del bote es de metal y nos mantiene a flote mientras el agua se desaloje.
El sol es fuerte y cruel con la piel blanca de la noche, los cholos a proa, llevan puesta su sombra, son curtidos hombres. El timonel vigila los escollos hipodérmicos del río.
Gracias al Amor, conoce el camino. Se divisa un tractor y el río se estremece ante la falta de árboles.
De pronto un duende esculpido en la roca, se ven su cara, sus traviesas formas.
Y el río se revuelve casi el capitán despega la boca.
Pero solo lo hace, cuando se cruza un bote, el timonel se despide y vuelve a Ivochote. Ahora el capitán toma el motor, se acerca el pongo, me parece mejor…

Pongo de mainike

Pasamos bajo un puente inexistente, del tiempo incaico, ofrendamos coca, buenos presagios, a pesar de las nubes que se arremolinan arriba.
Se ordena correr la lona, nos ponemos los chubasqueros, comienzan los rápidos. Algunos caminos acuáticos no tienen retorno, acaban encallándose en las piedras.
Siempre de frente, la belleza se presenta…
Cascadas blancas, potentes surtidores ríos desembocando por angostos cañones.
Columnas de hiedra, exuberancia fresca. Reino elemental de la clorofila.

El afilado barco le corta la barba de espuma al pongo bramando en torrenteras.
Somos las temidas fieras que todo lo envenenan.
Pero el pongo ejerce su dominio 3 meses al año
el río está tan crecido
y hay tantos remolinos
que es fácil que se hundan los barcos
Sigue la travesía, me alimento de plátano, miel y de avena.
Un arroz a la cubana, en una comunidad de la zona… fruta fresca.

Pero lo que más me llena, es esta deliciosa selva.
Me voy a los confines del mundo, hacia fuera y hacia dentro
somos pilotos de un rumbo que fundamos nosotros
en lo más eterno del momento.
caerán las hojas de mis libros
y seré versos en el viento
para los oídos del silencio.

Cataratas de clorofila se derraman por las laderas
las chozas de calamina
cobijan historias de sudor y estremecimiento
protagonistas de la abundancia en la miseria
hay que vivirlo para conocerla.

amanecer en la hamaca con la esterilla enrollada
para amortiguar los golpes de los bandazos contra las paredes del barco.
a la voz de –levanta que vienen bananas
decidir que eso no tiene nada que ver conmigo y seguir durmiendo
entonces ¡zas!
banana viene, banana va
levantarse como se puede y ver el amanecer como una esfera de rubí al sol , como una postal tropical sin parangón, comprender que todo está bien y relajarme de nuevo, poco a poco.
Contestar a las preguntas típicas que me hace un indio… de cualquier modo. Entender que ser simple me cuesta un poco… veo un espejo en los ojos de los indios. ¿Qué verán los otros?
Y llegar a Sepawa, y de allí a Atalaya, finalmente, llegar a Pucallpa…
sin un céntimo, confiar en la magia… otra vez abundancia. ¡Gracias universo!
Ahora me voy a vivir con Herminio, un taita (padre), un amauta (maestro).
Después de tanto viaje por fuera, ahora toca, viajar por dentro. 

1 comentario:

  1. Todos los viajes son especiales, pero este será una fábrica de recuerdos
    Besos hijo
    TSP

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