sábado, 30 de mayo de 2015

Franxu Capac y la hija del Sol



Érase una vez un muchacho llamado Franxu Capac que había nacido en la Isla del Sol, en el lago navegable más alto del mundo. Era moreno, de pelo corto y sonrisa algo traviesa. Vestía un poncho de lana de yama amarillo y llevaba una faja protectora llena de símbolos sagrados.
Era el sobrino del hombre medicina del pueblo de Challapampa y le ayudaba a preparar sus pociones, aprendiendo a buscar las plantas medicinales que servían para curar las dolencias de los comunarios.
Franxucapac vivía en la casa Mama Yna y Caco Capac, dos importantes personas de Challapampa, puestro que Caco Capac organizaba las fiestas del pueblo y Mama Yna comerciaba con las plantas medicinales que crecían a los alrededores de Challapampa, consiguiendo plantas lejanas para curar heridas como la sangre de drago o la sávila y la alfalfa, que servían para hacer sabrosos brebajes medicinales.
El caso es que Franxu Capac tenía una amiga llamada Wayna Flor, que vivía en el Templo del Sol
y que iba a la escuela con él.
Se estaba preparando para ser una Hija del Sol, por eso estudiaba astronomía, agricultura y las canciones y poesías que tenía que saber una sacerdotisa solar, ayudando a que no faltase nunca comida en la isla, lloviendo lo justo, haciendo la temperatura adecuada etc. Esto lo conseguía haciéndole ofrendas al Inti-Sol y a la Tierra- Pacha Mama, cantándoles canciones y dándoles siempre de beber y de comer.
Franxu y Wayna iban juntos a la playa, recogían algas y montaban en el bote de Caco-Capac, Hababan mucho sobre su vida y sobre como curar a los enfermos, porque ambos aprendían medicinas diferentes y complementarias.
Todo iba la mar de bien, hasta que el rey Manco Capac murió y los dos hermanos sucesores se pelearon por la Joya Verde Mueve Piedras.
Con esta gema podían ordenar a las piedras ir de un lado para el otro, así construían ciudades, templos y mercados sin necesidad de fastidiarse la espalda agachándose a coger pedruscos.
Afortunadamente, uno de los hermanos era más bondadoso que el otro, y antes de pelearse con su propia familia, decidió esconder la Joya Verde en la Isla del Sol.
La suma sacerdotisa Mama-Inti, le dio la piedra a Wayna Flor y le dijo: Escóndela donde el príncipe malvado no pueda encontrarla.
Y fue así como mientras Franxu Capac recogía muña, salvia y flores para el resfriado vió a Wayna Flor corriendo con la Joya Verde y se acercó a donde ella estaba.
De pronto, detrás de un peñasco salieron dos figuras encapuchadas y agarraron a la última hija del Sol.
Franxu, sin pensarlo dos veces comenzó a correr hacia Wayna Flor y cuando estuvo cerca, ella le lanzó la Joya Verde y los dos encapuchados la dejaron en el suelo para abalanzarse sobre Franxu, que agarró la piedra al vuelo y se puso a correr ladera abajo por la peligrosa pendiente del acantilado.
Los dos guerreros iban ganándole ventaja, entonces Wayna Flor gritó ¡usa la Joya! ¡mueve las piedras! Entonces Franxu comprendió lo que se traía entre manos y con una sonrisa se plantó frente a los guerreros y dijo: ¡Piedras, a por ellos!
Entonces, una lluvia de piedras se precipitó sobre los guerreros, que salieron corriendo y gritando socorro.
Wayna Flor y Franxu Capac se abrazaron, pero más soldados se dirigían hacia ellos puesto que el grito de socorro les había alertado.
La intré pida pareja se dirigió hacia la barca de Caco-Capak y comenzaron a remar con todas sus fuerzas. ¿hacia dónde? Lo más cercano era la cueva de la Playa de las Sirenas. Pronto caería la noche y ese le parecía ser el escondite más seguro. Nadie se atrevía a internarse demasiado en aquella angosta gruta por la que si bien cabía un niño, difícilmente entraría un adulto.
Fue así que llegaron hasta la gruta, y deteniéndose en la puera pidieron permiso para entrar a los espíritus guardianes del lugar y dejaron el bote escondido en una playa cercana.
Wayna y Franxu entraron en la cueva con mucho cuidado para no golpearse la cabeza con el techo o las paredes sinuosas de la gruta y esperaron a que se pusiese el sol.
Entonces, se asomaron y vieron a varios soldados yendo hacia ellos.
¡Nos han visto! ¡no, es imposible! ¡Escondámonos bien!
Los soldados se fueron acercando a la cueva pero entonces, un canto de mujer y de delfín salió del lago ¡eran las sirenas! Los soldados fueron dejando las armas en el suelo y se quedaron embobados, mirando aquellas bellísimas criaturas, que les invitaban a meterse con ellas en el lago.
Los soldados desaparecieron uno a uno en las aguas del Titiqaqa, entonces, una mujer hermosísima de cabellos plateados como la luna llena, caminó hacia la cueva diciendo:
-No temáis, muchachos, soy la Dama del Lago. Sé a por lo que han ido los soldados, Mama-Inti me lo ha dicho a través de una gaviota mensajera… acercáos…
La pareja tardó un poco en reaccionar pero finalmente, fueron, sin miedo, hacia aquella bondadosa mujer.
Wayna Flor le preguntó:
-¿podemos confiar en ti?
-Sigue tu corazón, niña, ¿qué te dice?
-Que sí (y le dio la gema verde) por favor, escóndela donde ningún humano pueda llegar. Así traerás la Paz a mi pueblo.
-Así lo haré, hermanita, pero has de saber que tu pueblo no estará en paz por mucho tiempo.
He visto gente ávida de oro viniendo por el Norte, llevan armas de trueno y trajes de metal.
Vuestro pueblo permanecerá a salvo en la Isla por mucho tiempo, habréis de curar y ayudar a todos los que consigan refugiarse en la Isla del Sol. ¡Buena suerte muchachos!

Y así fue como La Dama del Lago cogió la Joya Verde y la llevó al reino mágico de donde procedía.
Wayna Flor y Franxu Capak crecieron juntos y se hicieron los guardianes de la Isla del Sol, salvando a cientos de personas de la codicia de los invasores y de las enfermedades, asegurando las cosechas y manteniendo la cultura ancestral de La Isla del Sol. 

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